viernes, 18 de julio de 2008

Mariscos Sinaloenses: "Mi Gusto es"


Existen dos hemisferios en México en donde los pescados y mariscos alcanzan su cima y apogeo: Veracruz (hasta Tampico), y Sinaloa-Nayarit. Yo profeso la pasión por los mariscos común a todos los sinaloenses, con el agravante de ser un trasterrado, quien como todo aquél lejos de la tierra de los once ríos, tiene la tragedia de buscar por el mundo el sabor que conocí en la cocina de mi casa en Los Mochis, o en las carretas callejeras o en las palapas de las playas de Sinaloa.

Lo más cercano a ese sabor en la Ciudad de México es, por supuesto y sin debates, "Mi Gusto Es". Lo conocí cuando era apenas un hoyo en la pared sobre Diagonal San Antonio, casi esquina con Doctor Vertiz, y mi hermano vivía justo en la esquina. De aquel tiempo hasta ahora su prestigio y dimensiones no han hecho mas que crecer, pero por fortuna para todos sus parroquianos, su sabor se ha mantenido.

¿Qué pedir? El Aguachile es clásico, el ceviche es casi perfecto, los camarones "Mi Gusto Es" son casi tan buenos como los que hacía mi papá, el Aguachile de clásico es armonioso, los toritos festivos, y los tacos gobernador merecen tan alta investidura.

Dos fallas: las albóndigas de camarón, que en la versión de mi Tía Magui son una antesala al Nirvana, aquí nunca me han salido buenas; y el chicharrón de pescado, que es la mejor parte de la personalidad de mi hermano, aquí no pasan de ser una piedras empanizadas.

Pero digamos que en sus mejores días, cuando sus cocineros están inspirados, cuando los ingredientes son frescos, cuando el día es propicio, la compañía favorable y el humor adecuado, lo único que falta es que Diagonal San Antonio se convierta en el Maviri, o Altata u Olas Altas.

jueves, 17 de julio de 2008

El Mejor Lugar Italiano del DF


Casi pide perdón por su éxito. No está dispuesto a convertirse en un restaurante enorme en donde Luiggi no pueda ver a todos sus clientes. Es a pesar de si mismo, el restaurante secreto más famoso en el barrio más snob del DF. Pero no importa. Voy allí desde hace casi 10 años: cuando hay porcini me llaman y tengo que ir, el sirloin con arúgulas, el estofado de ternera, la pasta a la vongole, los pulpos de la entrada, los espárragos, y el brownie a la hora del postre, las fresas con crema, no he probado nunca algo que les salga mal (bueno, una vez, en diez años).

Cierto, como muchos comensales y críticos apuntan, la carta de vinos, si es que se le puede llamar carta, es el punto débil de La Casa de Italia. Pero no es exacto. La Casa de Italia no puede ser comparada con sus pretenciosos rivales de Polanco o de Lomas. este es un lugar honesto y sin dobleces: vas a comer muy bien, a platicar, a hablar con Luiggi o con Giussepe, a beberte un vino decente y franco, y a salir feliz.

La Casa de Italia no es un restaurante, es un lugar para comer, y salir de allí luego de tres horas, con una sonrisa que se parece mucho a la felicidad.

Orham Pamuk: La Vida Nueva


Leo "La Vida Nueva" de Pamuk. Había intentado comenzar otros libros de él y no había podido avanzar de la página 10. Pero "La Vida Nueva" me descubrió a un autor asombroso. A alguien que escribe como ningún otro escritor, a alguien que lleva la escritura y la literatura a confines inusuales. A veces recuerda a Boris Vian, a veces a Fernando del Paso, pero lo mejor de todo es que es un narrador, es un cuenta historias consumado pero de historias que son inesperadas y novedosas. "La Vida Nueva" recuerda también a Crash, y a David Cronenberg. He disfrutado cada página del libro y uno como lector, es todo lo que puede pedir.